Y yo que pensaba
que no podría escribirte esta carta, aquí estoy dándole al teclado con
ansiedades por recién empezarla. En mi casa no hay té y aunque el negicito
quede en la esquina no logro parame de esta silla, tengo frío o angustia que es
lo mismo.
Ya me pensaba yo que el verte seria de esos juegos de 12 años llenos de ojos y pelos que se mueven, ya me diría yo que el no verte en tanto
tiempo le haría respiración artificial a las hormigas de mi
guata.
Y es que este tiempo no he estado bien, te puedo contar que me molesta una piedra en el
zapato o me queda muy apretado el moño, por no contarte que fracasé con un amor
flechazo, y que mierda es el fracaso. Pues si bien dejé de pensar en él cuando el
yoyoyoyo se olvido de mi, tú sabes
que no me gusta fracasar y menos cuando se trata de amores. Que ganas de
contarte todo eso cuando tus pestañas me sonaron como música en el bar, pero nada de
ponerse trágica en un bar. Que ganas de que las mesas estuvieran desocupadas
para poder mirarte mejor y es que soy tan chica que hasta las cabezas sentadas
me ganan. Estábamos ahí, tú hablando fuerte y yo más, bailando como si un terremoto nos esperara afuera, chocando con gente de la que me acordaba en la mañana y prometiendo el cielo, el mar y la vida que nos volveríamos a ver entre gritos de cantinero, siempre con una sonrisa , porque sino vales menos que el olor a cigarro con el que sales.
No nos veíamos desde el día en que te dije que quizás no me gustabas, no te veía desde el día del eclipse donde quería darte tantos besos como cachetazos. Ahí estaba el bar de luces rojas, la música media roja y mis cachetes que hacían bastante juego, y es que los bares son tan crueles a veces, tanto como para separarnos bajo luces rojas y tragos negros.
No nos veíamos desde el día en que te dije que quizás no me gustabas, no te veía desde el día del eclipse donde quería darte tantos besos como cachetazos. Ahí estaba el bar de luces rojas, la música media roja y mis cachetes que hacían bastante juego, y es que los bares son tan crueles a veces, tanto como para separarnos bajo luces rojas y tragos negros.
Tú bailabas al son de tu cigarro clavado en la mano y se notaba que no te habías mirado al espejo un solo segundo
antes de salir, eso me gusta de ti, tus rulos desordenados, la camisa de pescaditos y ese cinturón que creo jamás salió de tu cintiura. No
te veía hace tiempo y ahora te
veía tanto que me encandilaba, me encandilaba tanto que te confundía con el amanecer, el mismo que se asomó haciendo que la gente escapara de la noche para volver a la vida sin fiesta. La gente salía, ya no te veía, eso me mató. Como fantasma no me dejaste opción más
que salir chancletiando con mis tacos para preguntarte por qué te ibas sin despedirte y quizas algo más que no quiero recordar.
No me iba, me dijiste, te estaba esperando.
No me iba, me dijiste, te estaba esperando.
De pronto
desperté, tú estaba en el baño y el sueño del bar se volvía a repetir. Te lo
conté y me pusiste la cara de ojos
caídos y la vocecita que dice ¿Por qué siempre sueñas tantas cosas? yo no sueño nunca. Ven a dormir negri…dije que en un ratito, que tenia que prepararme un té y
escribirte una carta.