miércoles, 28 de marzo de 2012

Anormales.

Seamos más anormales y no tan morales, seamos menos terraplenes y toquemos un poquito más el suelo, calentemos el corazón en la estufa para ser anormales, seamos más canciones y menos palabras que se las pelan de envidia. Seamos anormales porque en este mundo el normal es el que esconde en unos anteojos de moda lo que siente, el que habla para que otros le hablen y el que quiere hacerse conocido para sentir halagos de viento. Seamos anormales para mirarnos al espejo después de sacarnos esa capa de sonrisas hechas de papel lustre, seamos anormales para mirar a alguien a los ojos y sentirnos queridos de verdad, seamos anormales para darnos cuenta que la única forma de tener éxito en este mundo es sacándole el polvo a los pies y sacando brillo con un pañito a las verdades que escondemos en los calcetines. Seamos anormales en una vía láctea llena de caballos que quieren ser unicornios pero con un cuerno pegado con doble faz, seamos anormales para que los "normales" se den cuenta que están esperando una micro que se quedó en pana y que el lugar al que se tiene que llegar no está en Google Maps, sino que está entre las venas y los pelos parados, seamos anormales para hacer cosas que dejen lunares en otras personas, seamos anormales para no seguir a nadie y poder hacer que otros se muevan, seamos anormales para no mirar de arriba para abajo y conocer de norte a sur, seamos anormales para peinar la vida propia y no enredar la de los demás, seamos anormales para querer más de los años, querer agarrar  hasta el aire y suspirar por descifrar en que libro nos tatuarán o en que canción nos pondrá aquel Gardel del futuro.

lunes, 26 de marzo de 2012

Las miserias personales no son tan miserables.

Y con misera no me refiero a pobreza humana, no me refiero a ser pobre de espíritu o preocuparse de cosas sin valor..eso si que no tiene remedio en la farmacia y se cura solo con amor. Con miseras me refiero a nuestras mostraditas de hilacha, nuestros quiebres e impulsos, nuestras yayitas como diría mi abuela. Miserias que nos bajan del pedestal o que bajan del caballo al que tienes delante, miserias que no tiene que ver con lo que uno quiere sino con algo que vive dentro de nosotros, bichos de inseguridad y pasados que no mueren tan fácilmente.
Las miserias son parte de lo que somos y casi siempre son las que nos hacen llorar, miserias propias y miserias ajenas, que nos quiebran como maquetas de arquitecto después de ser presentadas. Miserias que  podemos botar a la basura, porque ya son muy miserables y no tiene nada que ver con las estrellas que queremos ser. 
Porque luego de dejarnos viviendo debajo de un puente le podemos hacer dedo a la esperanza o por último al auto de Farkas.

jueves, 15 de marzo de 2012

Usted diga "te amo"

Jamás y repito jamás diga "te amo" cuando no lo sienta, y jamás repito jamás deje de decirlo cuando realmente se le escape de la lengua. Y es que esta pequeña frase de 5 caracteres se podría repetir en Twitter 28 veces sin chistar y nosotros acá preocupándonos de escribir pelotudeces.

Es una frase que le pertenece a la guata y no a las cuerdas vocales, porque no lo pensamos y no nos sube al cerebro antes de decirlo, solo lo lanzamos como pelota al arco esperando que no choque con el palo.

No me canso de creer que siempre es más feliz quien más amóo, así me lo enseñó una canción de Julio Iglesias que canta mi Papá, donde suelo entender que decir "te amo" es de la voz, en distintos idiomas, con miradas o cosquillas en las patitas.

Yo no he dicho "te amo" muchas veces, pero eso es bueno, porque cuando lo digo y sin importarme que ese "te amo" se diluya, se vuelva mercurio o sea felizmente eterno, entiendo un poco más de nuestra estadía en estas sillas, donde amar es dejar que los zapatos se pierden por ahí mientras nos retorcemos en galaxias retocadas con libertad.

Nos pareceríamos mucho si pensaras que cuando alguien te dice "te amo" es como ese dulce que los padres nos traían cuando viajaban, tan rico, porque no es el dulce del kiosco de la esquina.




miércoles, 7 de marzo de 2012

Una mujer pierde a un hombre y un hombre busca una mujer.


Una tina que termina con dedos de vieja, me hizo acordarme de la espera en un banco y el llanto luego de su NO llegada, me hizo acordarme del buzón de voz que me condenaba a una muerte en vela y a un par de gritoneos que solo tienen que ver con orgullo. 
Porque cuando una mujer pierde a un hombre, la memoria es cruel y nos hace zancadillas cada vez que nos pilla mirando techos. Cuando hacemos como que trabajamos y en lo único que pensamos es en el imposible de no ver más su tatuaje detrás de la oreja o sus calzoncillos, que en otra ocasión nos matarían las pasiones. 
Me aterra perder a alguien y no solo por el sentimiento sino también por los olores, pieles, cariños y voces, me aterra pensar en el despertar desolada y los sueños traumáticos.
Me culpo con la mano en el pecho de la perdida total de la decencia y de la ganancia de mucho maquillaje para salir con amigas, por las bajadas de velocidad en la esquina de su casa y los acurrucos en la cama de los papás si la cosa es del tipo serio, por las encuestas de ¿tú creí que me llame? o los movimientos de teleserie por la calle. 

Mis hermanas suelen reírse de mi absoluto masoquismo con las almohadas y las canciones, y es que no concibo una pérdida sin un llanto en la almohada, almohada que por supuesto luego no podré usar porque resulta ser un mar de lágrimas saladas. 
Las perdidas son así y casi siempre viene con "el catador", ese que espera el momento para probar, ese que por la amiga de una amiga supo que terminaste y cual viuda alcohólica te paseas por la fiesta.
Ahí está con su mejor pinta y su cara de pena falsa, esperando que se te rompa el taco o se te caiga una lágrima entre vodka y vodka, ahí está para entrar con una frase que contenga la palabra “sentimientos” y hasta para limpiarte el rímel corrido. Y es que no son personajes malos, más bien llegaron tarde a la repartición de capas y les toco la del sub príncipe que busca su chance, la chance de que lo miremos como el clavo de oro que podría sacarnos de la cabeza al que aún creemos será el padre de nuestros hijos.

El sub principe pone sus cartas en la mesa e incluso puede desabotonarte,  dependiendo claro está, de cuanto más malo que nuestro ex él pueda ser..